Día: diciembre 1, 2022

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Juan Villoro: “El exterminio de las lenguas originales ha sido responsabilidad del México independiente”

Después de tres siglos de dominación española, el 60 % de los mexicanos hablaba una lengua indígena, el náhuatl era más dominante que el castellano; hoy ese porcentaje es de sólo un “exiguo” 6,6 %. “El exterminio de las lenguas originales ha sido responsabilidad del México independiente; sin embargo, no deja de haber una retórica que dice que las lenguas indígenas no existen porque España nos dominó”. El escritor y periodista mexicano Juan Villoro defendió esta tesis en una conferencia, organizada por la Facultad de Lenguas y Educación de la Universidad Nebrija y la Fundación Nebrija, en la que recreó la aventura de la comunicación y del relato del español desde Nebrija a la rebelión zapatista.

Villoro, Premio Iberoamericano de Periodismo Rey de España y Premio a la Excelencia Periodística, otorgado por la Fundación Gabo, entre otros galardones, recordó que en el Congreso de la Lengua de 2019 celebrada en Córdoba (Argentina), el presidente de México Andrés Manuel López Obrador  pidió que España pidiera perdón por la conquista y por el exterminio que había causado. “Me parece un poco tarde -dijo- para para solicitar este perdón, entre otras cosas porque los responsables han desaparecido, pero este tipo de actitud ha sido tradicional en México y ha desplazado la responsabilidad del exterminio cultural a los conquistadores que en su origen trajeron el idioma. El atraso de México, la injusticia, la perdida de las lenguas y culturas locales se atribuyen a una conquista que hace mucho tiempo que dejó de suceder y que en los últimos doscientos años se ha intensificado de manera intrahistórica con gran fuerza por responsabilidad de los propios mexicanos”.

Frente a esta postura, el autor de Dios es redondo argumentó sobre la actitud de los zapatistas que se levantaron el 1 de enero de 1994 -justo el día en que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte-, un movimiento que “no pretendía” una escisión sino “una integración multicultural, la propuesta de un mundo donde cupieran otros mundos”. Los zapatistas, narró Juan Villoro, que tenían “rifles de palo”, contaron con el subcomandante Marcos entre sus filas, “un escritor político de primera fila y un gran comunicador” que 17 días después del alzamiento formuló la pregunta: “¿A quién tenemos que pedir perdón y quien puede otorgarlo?”.

Mientras que en 2019 el presidente mexicano instó a España a pedir perdón, los zapatistas “respondieron con un viaje de contraconquista a España” y un comunicado que en 2020 inquiría: “¿De qué nos va a pedir perdón España? ¿De haber parido a Cervantes?”.

“Se llevaron el oro y nos dejaron el oro”

En el acto enmarcado en la conmemoración del V Centenario de Antonio de Nebrija, Juan Villoro declaró que los pueblos indígenas de México son “orgullosamente bilingües y no quieren renunciar al castellano ni a la multiculturalidad que soñó Nebrija”. Basándose en las palabras de los poetas Pablo Neruda –Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras– y José Lezama Lima sobre “si el lenguaje del barroco español había sido de conquista, el lenguaje del neobarroco latinoamericano era de contraconquista”, Villoro concluyó que América Latina “había fundado su libertad y su imaginación a través de esta lengua recibida”.

Para ahondar en su discurso, el periodista mexicano trajo a colación la novela El entenado, de Juan José Saer, que recrea una expedición española por el Río de la Plata durante el siglo XVI que cae en manos de un pueblo antropófago que se come a todos los españoles menos a uno. “Al entenado no le enseñan nada, lo dejan estar ahí como un testigo más, habla español y trata de entender a los otros”. Diez años después es liberado y regresa a España y siendo muy viejo quiere rememorar todo.  “Esta novela es un fabuloso desciframiento de lo radicalmente distinto, de lo otro; el protagonista descubre al escribir que esta tribu ya se sabía condenada por la historia, eran más débiles que los españoles, sabían que iban a perder, pero querían tener un testigo de su cultura, que iba a perecer, y querían que fuera un extranjero, alguien distinto que los entendiera a su manera, querían tener un antropólogo que desde una cultura diferente comprendiera la suya y la salvara… Y hablara de ellos”, aseguró.

Villoro relacionó El entenado con lo sucedido con los idiomas del “nuevo mundo”, con “los desafíos y el predicamento del otro”, y llegó a otro de los hitos de su disquisición: “Una parte de la literatura latinoamericana tiene que ver con un choque de culturas, pero también con la capacidad de entenderlas en términos ajenas a ellas. En esta dinámica dialéctica entre lo propio y lo ajeno surge el conocimiento de las lenguas”.

Nebrija y su vocación universal

En su exposición “necesariamente superficial porque no soy un historiador de la lengua ni un filólogo, sino un escritor y un testigo del idioma”, Villoro rescató la aventura de Nebrija, “un judioconverso que atisbó el Renacimiento que se estaba fraguando y que entendió la cultura como un orbe”. Precisamente en un momento actual “de cultura de la alta especialización donde se sabe cada vez más de cada vez menos, perdiendo así el amplio mundo del conocimiento”, hay que recordar que Nebrija tenía “esa vocación universal”.

Después de citar dos obras del pensador austriaco Iván Illich, “gran rebelde del pensamiento” –En el viñedo del texto, sobre los cambios de paradigma, “muy interesantes en un momento en que la lectura se ha vuelto atmosférica por nuestros mensajes en el móvil”, y El trabajo fantasma, sobre las diferentes formas de dominio, “una de ellas la gramática”, Juan Villoro alabó la aproximación “abierta y multicultural” de Nebrija, “una persona con saberes múltiples”, a la lengua, “una de las mayores aventuras de la comunicación que perduran”.

Bernal Díaz del Castillo, el padre de la crónica moderna

Sin olvidar que “todas las empresas culturales son a la vez de construcción y destrucción porque no hay culturas puras sino culturas dotadas de impurezas”, el autor de El libro salvaje determinó que la historia de la conquista española, además de militar y de dominio, económica y religiosa, fue una empresa narrativa porque “para justificar lo que se había hecho había que contarlo”. Y aquí aparecen dos figuras: Hernán Cortés, que escribe Las Cartas de relación dirigidas a Carlos V, y Bernal Díaz del Castillo, cuya Historia verdadera de la conquista de la Nueva España lo encumbra, de acuerdo con Villoro, como el padre de la crónica moderna.

Bernal Diaz del Castillo reconvirtió sus probanzas de méritos a la creación de una memoria, aunque su obra se publica después de su muerte. No hay que pasar por alto que el idioma “también sirve para hacer una reconstrucción narrativa, para legitimar acciones y para atesorar ciertas recompensas y derechos”. Desde el origen de la lengua hay “un elemento de lengua y conquista” donde la conquista tiene “un elemento de reivindicación literaria muy importante porque se llama la atención sobre el sufrimiento y las fatigas y trata de conseguir con la pluma aquello que no logra con la espada como el desafío de narrar frutas y animales que los conquistadores no habían visto hasta entonces”. Villoro dejó una lección para cronistas y corresponsales apuntada ya por Bernal Díaz del Castillo: “Se puede describir lo que se desconoce; el gran desafío es describir lo ajeno con una lengua que todavía no está capacitada para hacerlo, esto es fascinante”.

Hernán Cortes y los primeros grafitis

Juan Villoro terminó su ponencia con la narración de un gesto “al alcance de cualquiera, una rebeldía que utiliza la literatura y el idioma como un ejercicio de liberación, que funda la necesaria disidencia de la creatividad hispanoamericana”. Ese gesto tiene una historia. Cuando Hernán Cortés escribía Las Cartas de relación en Cuyuacán para pedir a la Corona que lo recompensara, los “soldados de a pie” tocaban la puerta de su casa. Cortes no les abría y entonces escribían una protesta en el muro –“así comienzan los grafitis en el Nuevo Mundo”- y él les contestaba en el mismo espacio hasta que pintó la pared de blanco y plasmó el siguiente lema: “pared blanca, papel de necios”. En la crónica de Bernal Díaz del Castillo queda reflejado que el muro amaneció al día siguiente con otra frase: “Y aun de sabios y verdades, y su Majestad las sabrá muy presto”. Villoro quiso componer esta metáfora de la escritura pública y de la escritura privada: “El conquistador podría darse el lujo de escribirle directamente a la Corte utilizando el idioma homologado por Nebrija de esa manera, pero ya entonces había un idioma en uso, un idioma popular cuya propiedad pertenecía al pueblo entero, los conquistadores y los primeros mestizos del Nuevo Mundo, que empezaban a utilizar la lengua a extramuros. Fuera de la casa del conquistador había otras exigencias en la misma lengua. Vemos nosotros esta dinámica de lengua como instrumento de dominio e instrumento de liberación; nosotros podemos entender que en ese gesto de escribir en la pared que está a disposición de cualquiera está expresándose la rebeldía que utiliza la literatura”.

Maestro para escritores en ciernes

En la presentación de la conferencia Conquista y contraconquista. De Nebrija a la rebelión zapatista, Susana Martín Leralta, decana de la Facultad de Lenguas y Educación, agradeció a Villoro sus palabras ante “muchos estudiantes que son escritores en ciernes” y una Universidad que hace “mucho hincapié en la formación de español porque la lengua es algo vivo que cambiamos y nos cambia”.

Por su parte, José Luis García Delgado, director del Observatorio Nebrija del Español (ONE) y catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Nebrija, manifestó, haciendo honor a la tierra natal del escritor, que uno de cada cuatro hablantes de español son mexicanos: “Vosotros tenéis la legitimidad de uso y de ejercicio del español, mientras que los españoles tenemos la legitimidad de origen”.  También le dejó una loa: “Villoro es un escritor total, una persona a la que admiro; periodista guionista, ningún género le parece menor que otro y no desdeña ningún tema. Se ha hecho maestro de la materia del oficio de escritor. Como conferenciante es tan bueno como escritor”.

Para finalizar, José Muñiz, rector de la Universidad Nebrija, se refirió al relato como un aspecto “connatural” a la esencia del homo sapiens y al formato de conferencia como una reminiscencia de los encuentros de nuestros ancestros en las cuevas bajo la luz de la hoguera. “La inteligencia artificial ya está aquí, no hay que temerla, pero de momento no tiene la capacidad de llorar ni de emocionarse”.









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‘Nebrija, el orgullo de ser gramático’, la gran exposición en la BNE que culmina el V Centenario de Antonio de Nebrija

Como colofón al año en el que se conmemora el V Centenario de la muerte de Antonio de Nebrija, la Biblioteca Nacional de España, la Fundación Antonio de Nebrija con el patrocinio de la Universidad Nebrija y Acción Cultural Española han organizado la exposición Nebrija (1444-1522), el orgullo de ser gramático. Es una muestra que descubre el perfil intelectual del primer humanista español, sin dejar de lado al hombre, al carismático investigador y profesor que se deja ver tras su ingente obra. La exposición, comisariada por la catedrática de Filología Latina de la Universidad de Alcalá Teresa Jiménez Calvente, permanecerá abierta desde el 25 de noviembre de 2022 hasta el 26 de febrero de 2023.

Nebrija (c. 1444-1522), el orgullo de ser gramático. «Grammaticus nomen est professionis» permite al público contemplar más de un centenar de obras procedentes de las colecciones de la Biblioteca Nacional, que se muestran junto a otras prestadas por una decena de instituciones españolas especialmente para esta conmemoración. El catálogo estará disponible en formato digital una vez que se inaugure la exposición y podrá descargarse gratuitamente desde la página web de Acción Cultural Española.

Entre las muchas y muy valiosas piezas que se exhiben en esta exposición de Nebrija destacan especialmente algunas como el bello Breviario de Isabel la Católica, ricamente decorado; el magnífico desplegable sobre Jerusalén incluido en el incunable Viaje a Tierra Santa de Bernhard von Breydenbach; los manuscritos caligrafiados por el propio Nebrija en sus tiempos de estudiante; la primera edición de las famosas Introductiones Latinae y su copia manuscrita para el maestre de Alcántara con bellas miniaturas; o la mismísima Gramática sobre la lengua castellana de 1492.

Obras pictóricas de gran valor contribuyen también a que el espectador pueda trasladarse a los siglos XV y XVI. Instituciones como la Fundación Lázaro Galdiano, la Real Academia Española, la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de Salamanca, la Biblioteca Capitular de Toledo, el Archivo Histórico Nacional, la AECID, el Museo de Ciencias Naturales, el Museo de América y el Museo de El Prado han contribuido con sus préstamos a la mayor exposición sobre Nebrija que se haya celebrado hasta el momento.

Estas obras de la exposición de Nebrija invitan a recorrer la España de la época y los centros del saber en los que vivió y trabajó el gramático. Desde Lebrija, su lugar de nacimiento; pasando por Salamanca, donde cursó su Bachillerato en Artes y en cuya universidad desarrolló, con el tiempo, la mayor parte de su carrera docente; Bolonia, ciudad que propició su encuentro con Italia y su Humanismo; Coca (Segovia) o Villanueva de la Serena y Brozas en Extremadura, enclaves en los que realizó su labor bajo el amparo de generosos mecenas; para terminar en Alcalá de Henares, su último destino, en el que contó siempre con el apoyo del cardenal Cisneros y su Universidad.

Nebrija (c. 1444-1522), el orgullo de ser gramático se divide en cuatro áreas que giran en torno a la figura del gramático y permiten, no solo conocer a fondo la obra del creador de la primera gramática española, sino también descubrir a un investigador cuya sombra se proyectó sobre Europa, América y Asia y cuya biografía se entrecruza con la de grandes personajes del momento, que lo son también de la historia de España y Occidente.

Un hombre que quiso transformar el mundo

La exposición de la Biblioteca Nacional presenta a un erudito moderno que, confiado en su saber y en el alcance de su cultura, desafió a sus compañeros universitarios y sacó a la luz sus carencias. “La teología, el derecho, la botánica, la medicina o la cosmografía fueron objeto de sus pesquisas. Compuso versos latinos, actuó como editor de textos para la imprenta e incluso disfrutó del cargo de cronista regio. Consciente de su valía, habló de tú a tú a los grandes personajes que lo rodearon, desde los Reyes Católicos al gran Cisneros. Por supuesto, también tuvo enemigos poderosos, como el inquisidor Deza”, subraya Jiménez Calvente.

Nebrija imaginó su paso por la vida como un caminante que, al llegar a una encrucijada, ha de elegir entre dos posibles sendas. “Él se decantó por la senda no muy transitada del estudio y la erudición, no la de las riquezas o los honores. Su pretensión fue lograr la fama que otorgan las letras y trabajar en favor de quienes le rodeaban. Su meta no era menor, pues aspiraba a devolver el conocimiento de las letras latinas a España: el mismo ideal que los humanistas italianos habían abrazado tiempo atrás respecto de su propia patria. En los textos clásicos (latinos y griegos) se escondían enseñanzas útiles para el tiempo presente y solo había que desenterrarlas. Para alcanzar ese objetivo, ideó un método gramatical novedoso, que recogía el espíritu de las nuevas gramáticas escritas en Italia. Creó otras herramientas indispensables: un par de diccionarios bilingües, breves y concisos, para que los jóvenes estudiantes tuvieran a mano el léxico necesario para la vida común y la lectura de los textos antiguos”, explica Jiménez Calvente.

Viajó como también lo hicieron sus libros. Llegó a la conclusión de que, desde las aulas y a través de sus obras confiadas a la imprenta, podría transformar el mundo que le había tocado vivir. “Fue un humanista comprometido con una profesión aparentemente modesta y en realidad importantísima: la del gramático que conoce las reglas por las que se rigen la lengua y las palabras, sin las cuales es imposible construir las nuevas realidades”, matiza la comisaria.

“La figura de Antonio de Nebrija”, recuerda Ana Santos Aramburo, directora de la BNE, “representa la esencia del humanismo, la trascendencia de la palabra y el valor de la educación para avanzar hacia sociedades mejores. Su vida estuvo marcada por el convencimiento de que el saber clásico debía ser conocido y comprendido y para ello renovó las bases del conocimiento y del aprendizaje del momento. Fue un visionario y un adelantado a su tiempo que creía, desde la formación de un gramático humanista, en el valor del lenguaje, y en la necesidad de usarlo adecuadamente. Creo que recordar hoy su vida y su legado no puede ser más oportuno”.

Isabel Izquierdo, la directora de programación de AC/E, comentó que “En tiempos de incertidumbre como los actuales y en el contexto de una sociedad digital en proceso de recuperación, conviene fijar la mirada en trayectorias tan sólidas y brillantes como la de Antonio de Nebrija, que tanto aportó a la cultura universal desde su monumental obra. Siempre con la mirada puesta en el futuro, Nebrija contribuyó a cambiar la forma de aprender, aportando extraordinariamente a la educación en España. Como sociedad estatal que apoya relevantes conmemoraciones de nuestra historia cultural, desde Acción Cultural Española (AC/E) nos sumamos a este merecidísimo homenaje a Antonio de Nebrija, cuyo legado pervive hasta nuestros días.”

El rector de la Universidad Nebrija y presidente de la Comisión Interadministrativa del V Centenario de Antonio de Nebrija, José Muñiz, invitó a todos los universitarios y curiosos a sumergirse en esta exposición de Nebrija, “un recorrido por la vida y la obra de una de las personalidades más fascinantes de nuestra historia, un universitario auténtico que no solo sentó las bases que harían de nuestra lengua un vehículo próspero y universal de conocimiento, sino que se ocupó de múltiples saberes con un espíritu crítico y una pasión por la ciencia que tienen mucho que enseñarnos hoy”.

Experiencia virtual

La exposición culmina con Nebrija: Estela de las letras una experiencia virtual que permitirá a los visitantes vivir en primera persona y de manera inmersiva dos momentos históricos. Por una parte, se recrea el encuentro de la Reina Isabel I con el propio Nebrija, que explica a la soberana la razón de ser de su innovadora Gramática sobre la lengua castellana. También podremos asomarnos al crucial encuentro de los Reyes Católicos con Colón, que marcaría de forma determinante el futuro de su reino. Con esta apuesta por el universo virtual y las nuevas tecnologías, la Universidad Nebrija pretende acercar la figura del humanista a una audiencia más joven, además de presentar los primeros pasos de su proyecto para el Metaverso.

Pasar a la posteridad como gramático

A través de su legado, sabemos que quiso pasar a la posteridad con el sobrenombre de gramático. Así se lo hace saber a la Reina Isabel la Católica en la carta en que le dedica la tercera edición de sus Introductiones Latinae (Salamanca, 1495): “Vt Aelius sit praenomen; Antonius nomen, Nebrissesis cognomen, grammaticus uero agnomen ex professione sumptum”. Precisamente, fueron estas Introductiones, novedoso manual para la enseñanza del latín, las que le hicieron famoso dentro y fuera de España.

Su muerte no menguó su fama ni evitó el enriquecimiento de su legado. De ello se encargaron, en parte, sus hijos Sancho y Sebastián, que abrieron una imprenta en Granada, trasladada un tiempo a Antequera (1534-1597). A ellos se sumaron otros impresores fuera de España, pues las gramáticas y léxicos de Nebrija se imprimieron en Francia, Italia, Alemania y Países Bajos. Aquel manual de latín que había escrito pensando en sus alumnos en Salamanca se convirtió en el único autorizado para enseñar esa disciplina desde que así lo decidió el rey Felipe III (1598). En la larga travesía que llega hasta el siglo XIX, el manual de gramática latina de Nebrija fue respetado, glosado, reformado e incluso acortado, según el lugar y las circunstancias.

Esa pervivencia se siente, por ejemplo, en las primeras gramáticas de las lenguas de América compuestas por los predicadores españoles. Estos, que habían aprendido latín gracias al Antonio, aplicaron el modelo, con sus consideraciones teóricas y sus traducciones bilingües, en su descripción de esas lenguas que, como dijo uno de ellos, eran tan “extrañas, nuevas, incógnitas y peregrinas”.

Orgulloso, inteligente, audaz, a Nebrija nunca le faltaron las ganas de aprender ni la fuerza para el estudio. Tampoco le faltaron detractores, pues jamás se mordió la lengua. Cuando le presentó a la Reina Isabel un adelanto de la que luego sería su Gramática de la lengua castellana (Salamanca, 1492), la soberana se sorprendió y no entendió la utilidad de un tratado que enseña las reglas de una lengua que se aprende de manera natural. Pero el docto profesor supo defender la novedad y oportunidad de su ocurrencia, pues las lenguas, incluso las naturales, necesitan gramáticas descriptivas y normativas para que no anden desbocadas. A esta ventaja se añade que la comprensión de los principios gramaticales del castellano puede ayudar a entender los de otras lenguas, el latín (al que dirigía sus esfuerzos) entre ellas. Las paradojas del destino han hecho que esa gramática del castellano sea hoy su obra más conocida. Nebrija, no obstante, merece ser recordado por otras muchas razones.

Nebrija se revela como un humanista en toda regla. Hablar de Nebrija es hablar de un Humanismo español pleno gracias a él, también es hablar de la Historia y de las figuras que le dan sentido.

El catálogo

El catálogo editado junto a la exposición de Nebrija ofrece un acercamiento a la figura de Nebrija y un recorrido por su extensa y dilatada obra. El volumen se articula en tres grandes secciones: 1. Marco cultural y político, 2. Vida y obra y, por último 3. El legado.

La publicación comienza con la brillante introducción de la directora de la edición, Teresa Jiménez Calvente, y se desarrolla a través de doce artículos de los siguientes autores: Antonio Alvar Ezquerra, Guillermo Alvar Nuño, Carmen Codoñer Merino, María Lourdes García-Macho, Ángel Gómez Moreno, Fernando Gómez Redondo, Miguel Ángel Ladero Quesada, Carmen Lozano Guillén, Julián Martín Abad, Pedro Martín Baños, Dionisio Á. Martín Nieto, Francisco Javier Pérez. Se complementa con una cuidada cronología nebrisense, con la lista de obra y documentos expuestos en la exposición de Nebrija y con más de 80 ilustraciones, seleccionadas por Teresa Jiménez Calvente y Pedro Martín Baños (coordinador científico de la edición), con obras que forman parte de la exposición y piezas complementarias de instituciones nacionales e internacionales de Reino Unido, Alemania e Italia.
















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